Hospitalidad: derecho de todos y deber para todos
por Leonardo Boff
El problema mundial de los refugiados nos plantea siempre de nuevo el imperativo ético de la hospitalidad a nivel internacional y también a nivel nacional. Hay una migración de pueblos como en tiempos de la decadencia del imperio romano. Millones de personas buscan nuevas patrias para sobrevivir o simplemente para escapar de las guerras y encontrar un mínimo de paz. La hospitalidad es un derecho de todos y un deber para todos. Immanuel Kant (1724-1804) vio claramente la imbricación entre derechos y deberes humanos y la hospitalidad para la construcción de lo que él llama la “paz perpetua” (Zum ewigen Frieden 1795; véase Jacob Ginsburg, La paz perpetua, 2004). Anticipándose a su tiempo, Kant propone una república mundial (Weltrepublik) o el Estado de los pueblos (Völkerstaat) fundada en el derecho de la ciudadanía mundial (Weltbürgerrecht). Esto, dice Kant, es la primera función de la “hospitalidad general” (allgemeine Hospitalität: § 357).
¿Por qué justamente la hospitalidad? El mismo filósofo dice, «porque todos los seres humanos están en el planeta Tierra y todos, sin excepción, tienen el derecho de estar en ella y visitar sus lugares y los pueblos que lo habitan. La Tierra pertenece comunitariamente a todos» (§ 358).
Esta ciudadanía materializada por la hospitalidad general se rige por el derecho, y nunca por la violencia. Kant plantea el desmantelamiento de todas las máquinas bélicas y la abolición de todos los ejércitos, así como lo hace modernamente la Carta de la Tierra. Pues mientras existan tales medios de violencia, continuarán las amenazas de los fuertes sobre los débiles y las tensiones entre los Estados, lo que socava los cimientos de una paz duradera.
El imperio del estado de derecho y la difusión de la hospitalidad generalizada deben crear una cultura de los derechos que penetre en las mentes y los corazones de todos los ciudadanos globalizados, generando la “comunidad de los pueblos” (Gemeinschaft der Völker). Esta comunidad de los pueblos, afirma Kant, puede crecer tanto en su conciencia de que la violación de una ley en un lugar se sienta en todas partes (§ 360), cosa que más tarde repetirá por su cuenta Ernesto Che Guevara. Tanta es la solidaridad y el espíritu de hospitalidad que el sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos y el avance de uno es el avance de todos. Parece el Papa Francisco hablando de los seres humanos como seres de relación que participan de los dolores de los demás.
Si queremos una paz duradera y no sólo una tregua o una pacificación momentánea, debemos vivir la hospitalidad universal y respetar los derechos universales.
La paz, según Kant, resulta de la vigencia de la ley, de la cooperación legalmente ordenada y de institucionalizar la cooperación entre todos los Estados y pueblos. Los derechos son para él “la niña de los ojos de Dios” o “lo más sagrado que Dios ha puesto en la Tierra”. El respeto de los derechos da lugar a una comunidad de paz que pone fin definitivamente “al beligerar infame”.
En la actualidad ha sido J. Derrida quien ha retomado el tema de la hospitalidad (De l’hospitalité, París 1977) dándole carácter incondicional para todos.
Pero aun así fue Kant quien le dio una mejor fundamentación. Su base es la buena voluntad que, para él, es la única virtud que no tiene defectos. En su obraFundamentación para una metafísica de las costumbres (1785) hace una declaración de gran importancia: «No se puede pensar en algo, en cualquier parte del mundo e incluso fuera de él, que se pueda considerar sin reservas tan bueno como la buena voluntad (der gute Wille)». Traduciendo su lenguaje difícil: la buena voluntad es el único bien que sólo es bueno y que no se ajusta a ninguna restricción. La buena voluntad o es buena o no es buena voluntad. Si lleva sospechas, no es buena. Supone la plena apertura al otro y la confianza incondicional. Esto es factible para los seres humanos. Si no nos revestimos de esta buena voluntad, no vamos a encontrar una salida para la desesperante crisis social que desgarra las sociedades periféricas y los millones de refugiados que se dirigen hacia Europa.
La buena voluntad es la última tabla de la salvación que nos queda. La situación del mundo es un desastre. Vivimos en un permanente estado de sitio o de guerra civil global. No hay nadie, ni las dos santidades, el Papa Francisco y el Dalai Lama, ni las élites intelectuales y morales, ni la tecnociencia que proporcione una clave de ruta global. En realidad, dependemos únicamente de nuestra buena voluntad. Vale la pena recordar lo que Dostoievski escribió en su cuento fantásticoEl sueño de un hombre ridículo 1877: «Si todos realmente quisiesen, todo cambiaría en la Tierra en solo un momento».
Brasil reproduce en miniatura el drama del mundo. La llaga social producida en quinientos años de abandono de las cosas del pueblo significa una sangría desatada. Gran parte de nuestras élites nunca pensó una solución para Brasil como un todo, sino sólo para sí. Ellas están más comprometidas en la defensa de sus privilegios que en garantizar derechos para todos. Mediante mil maniobras políticas, incluso con amenazas de empeachment, consiguen manipular a los gobiernos elegidos democráticamente para que asuman la agenda que les interesa y evitar o retrasar los cambios sociales necesarios. A diferencia de la mayoría del pueblo brasileño, que mostró enorme buena voluntad, gran parte de la élite se niega a pagar la hipoteca de buena voluntad que debe al país.
Si la buena voluntad es tan decisiva, es urgente suscitarla en todos. Todos tienen el deber de hospedar y el derecho a ser hospedados porque vivimos en la misma Casa Común.
Eu acho este texto muito bom… mas infelizmente pouco tem a ver com o caso dos fanáticos religiosos. .. caso este dos muçulmanos. Enquanto árabes, eles devem gozar de hospitalidade e serem bem recebidos seja na Europa ou em qualquer parte do mundo.
Mas se desejam impor seus costumes religiosos para os lugares para onde vão, ou exigir que se altere os hábitos locais… aí tenho certeza que só encontrarão portas fechadas.
A pretensão humana de querer o semelhante à sua imagem sempre fracassou, pois o Homem é produto, como os outros animais, de milhões de anos. Já está pronto. Cada pessoa é única em sua constituição genética e com ela traz as informações do que tem de fazer. Antes do advento da mente, o Homem, animal puro vivia a verdade. Esta verdade se processava em área do cérebro existente em todos animais pela interação dos sentidos com a realidade presente . Interação que leva ao óbvio. Como os outros animais até hoje.
Com a mente surge o ideal, ou ideais, a que irremediavelmente nos tornou seu prisioneiro e nos afasta do óbvio, ou seja, a verdade do nosso corpo criações da nossa mente. Delírios, utopias,etc. Com isso, o conflito entre os humanos se exacerbou, aumentando a violência na sociedade. Violência além daquela natural, que existe nos outros animais, quando disputa a fêmea ou alguma presa para se alimentar. Uma violência que chega ao HEDIONDO, que é justificado em sua prática por alguns ideais que se sistematizaram em religiões ou ideologias para lutar pelo poder político.
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La paz, según Kant, resulta de la vigencia de la ley, de la cooperación legalmente ordenada y de institucionalizar la cooperación entre todos los Estados y pueblos. Los derechos son para él “la niña de los ojos de Dios” o “lo más sagrado que Dios ha puesto en la Tierra”. El respeto de los derechos da lugar a una comunidad de paz que pone fin definitivamente “al beligerar infame”.
En la actualidad ha sido J. Derrida quien ha retomado el tema de la hospitalidad (De l’hospitalité, París 1977) dándole carácter incondicional para todos.
A pretensão humana de querer o semelhante à sua imagem sempre fracassou, pois o Homem é produto, como os outros animais, de milhões de anos. Já está pronto. Cada pessoa é única em sua constituição genética e com ela traz as informações do que tem de fazer. Antes do advento da mente, o Homem, animal puro vivia a verdade. Esta verdade se processava em área do cérebro existente em todos animais pela interação dos sentidos com a realidade presente . Interação que leva ao óbvio. Como os outros animais até hoje.
Com a mente surge o ideal, ou ideais, a que irremediavelmente nos tornou seu prisioneiro e nos afasta do óbvio e nos afoga nas criações da nossa mente. Delírios, utopias,etc.
Por essas e outras , o conflito entre os humanos se exacerbou, aumentando a violência na sociedade. Violência além daquela natural, que existe nos outros animais, quando disputa a fêmea ou alguma presa para se alimentar. Uma violência que chega ao HEDIONDO, que é justificado em sua prática por alguns ideais que se sistematizaram em religiões ou ideologias para lutar pelo poder político.