Participando en un congreso iberoamericano sobre Medicina Familiar y Comunitaria, que tuvo lugar en Montevideo del 18-22 de marzo, tuve la oportunidad siempre deseada de encontrarme con el expresidente de Uruguay José Mujica. Finalmente fue posible el día 17 de marzo hacia las 4 de la tarde. Tal encuentro se dio en su pequeña finca, en los alrededores de la capital Montevideo.
Encontramos a una persona que al verla y oírla nos remite inmediatamente a figuras clásicas del pasado, como Leon Tolstoi, Mahatma Gandhi, Chico Mendes e incluso Francisco de Asís. Ahí estaba él con su camisa sudada y rasgada por el trabajo en el campo, con un pantalón de deporte muy usado y sandalias que dejaban ver unos pies polvorientos, como quien viene de trabajar en la tierra. Vive en una casa humilde y a un lado el viejo cochecito que no anda a más de 70 km por hora. Le han ofrecido un millón de dólares por él; rechazó la oferta por respeto al viejo coche que lo llevaba diariamente al palacio presidencial y por consideración al amigo que se lo regaló.
Rechaza que lo consideren pobre. Dice: “no soy pobre, porque tengo todo lo que necesito para vivir. Pobre no es no tener, es estar fuera de la comunidad y yo no lo estoy”.
Formó parte de la resistencia a la dictadura militar. Vivió trece años en prisión y un buen tiempo dentro de un pozo, cosa que le dejó secuelas hasta el día de hoy. Pero nunca habla de eso ni muestra el más mínimo resentimiento. Comenta que la vida le hizo pasar por muchas situaciones difíciles, pero todas fueron buenas para darle sabias lecciones y ayudarle a crecer.
Charlamos más de hora y media. Empezamos por la situación de Brasil y de América Latina en general. Se mostró muy solidario con Dilma especialmente con su determinación de hacer una investigación rigurosa y castigar adecuadamente a los corruptos y corruptores del penoso caso de Petrobrás. No dejó de señalar que hay una política orquestada desde Estados Unidos para desestabilizar gobiernos que intentan realizar un proyecto de país autónomo. Eso está ocurriendo en el norte de África y puede estar también en curso en América Latina y en Brasil, siempre en articulación con los sectores más acomodados y poderosos de dentro del país, que temen cambios sociales que pueden amenazar sus privilegios históricos.
Pero la gran conversación fue la situación del sistema-vida y del sistema-Tierra. Ahí me di cuenta del amplio horizonte de su visión de mundo. Enfatizaba que la cuestión central hoy no es la preocupación por Uruguay, su país, ni por nuestro continente latinoamericano, sino por el destino de nuestro planeta y el futuro de nuestra civilización. Decía, entre meditabundo y preocupado, que tal vez tengamos que presenciar grandes catástrofes hasta que los jefes de estado se den cuenta de la gravedad de nuestra situación como especie y tomen medidas salvadoras. En caso contrario, vamos al encuentro de una tragedia ecológico-social inimaginable.
Lo triste, comentaba Mujica, es percibir que entre los jefes de estado, especialmente los de las grandes potencias económicas, no se advierte ninguna preocupación por crear una gestión plural y global del planeta Tierra, ya que los problemas son planetarios. Cada país prefiere defender sus derechos particulares, sin darse cuenta de las amenazas generales que pesan sobre la totalidad de nuestro destino.
Mas el punto álgido de la conversación, sobre el cual pretendo volver, fue sobre la urgencia de crear una cultura alternativa dominante a la cultura del capital. De poco vale, subrayaba, que cambiemos el modo de producción, de distribución y de consumo si seguimos manteniendo los hábitos y “valores” vividos y proclamados por la cultura del capital. Esta tiene aprisionada a toda la humanidad con la idea de que necesitamos crecer de forma ilimitada y buscar un bienestar material sin fin. Esta cultura opone a ricos y pobres. E induce a los pobres a buscar ser como los ricos. Agiliza todos los medios para que se hagan consumidores. Cuanto más insertados están en el consumo más demandas hacen, porque el deseo inducido es ilimitado y nunca sacia al ser humano. La pretendida felicidad prometida se desvanece en una gran insatisfacción y vacío existencial.
La cultura del capital, acentuaba Mujica, no puede darnos felicidad, porque nos ocupa totalmente con el ansia de acumular y de crecer, no dejándonos tiempo de vida para simplemente vivir, celebrar la convivencia con los otros y sentirnos parte de la naturaleza. Esa cultura es anti-vida y anti-naturaleza, devastada por la voracidad productivista y consumista.
Importa vivir lo que pensamos, de lo contrario pensamos como vivimos: la espiral infernal del consumo incesante. Se impone la sencillez voluntaria, la sobriedad compartida y la comunión con las personas y con toda la realidad. Es difícil, constataba Mujica, construir las bases para esta cultura humanitaria y amiga de la vida. Y tenemos que empezar por nosotros mismos.
Le comenté: “usted nos ofrece un vivo ejemplo de que eso es posible y está en el ámbito de las virtualidades humanas”.
Al final, abrazándonos fuertemente, le comenté: “lo digo con sinceridad y con humildad: veo que hay dos personas en el mundo que me inspiran y me dan esperanza: el Papa Francisco y Pepe Mujica”. No dijo nada. Me miró profundamente y vi que sus ojos enmudecieron de emoción.
Salí del encuentro como quien ha vivido un choque existencial que le hace bien: me confirmó en aquello que con muchos otros pensamos y procuramos vivir. Y agradecí a Dios por habernos dado una persona con tanto carisma, tanta sencillez, tanta entereza y tanta irradiación de vida y de amor.
Traducción de Mª José Gavito Milano
Republicou isso em Fonte da arte.
Republicou isso em Reynaldo Álvares Millán, Bloge comentado:
recomiendo su lectura…!
ESTO ES SABER POR DONDE PASA LA VIDA Y QUE ES LO QUE IMPORTA REALMENTE ;DE TODAS MANERAS EL FUE REVOLUCIONARIO CUANDO JOVEN Y LA EXPERIENCIA DE LOS ERRORES VIVIDOS LO HIZO SABIO QUE ES A LO QUE TODO SER TENDRÍA QUE LLEGAR PARA SER FELIZ
Republicou isso em frubi12.
Hermoso! gracias Leonardo
Hay un error historico aquí, Mujica no formó parte de la resistencia a la dictadura militar, como miembro del grupo terrorista mataron, robaron y secuestraron muchas veces a inocentes y como respuesta los militares salieron a las calles por mandato del Presidente constitucional para restablecer la paz en el país. No todo lo que se dice o dicen es tan ajustado a la verdad ni tan lindo.
Como presidente además quiso dar a la megamineria todo lo que pedía, gracias al movimiento social eso murió.
Leonardo gracias por ayudarnos a despertar para que sea viable la vida en el planeta