HANS KÜNG é seguramente um dos maiores teólogos católicos e de toda a cristandade. Escreveu dezenas de livros sobre os mais diversos temas da teologia e da filosofia. Foi colega de Joeph Ratzinger na Universidade de Tübingen, na Alemanha. Questionou o uso indevido que se fazia da infalibilidade do Papa e foi condenado pela Congregação da Doutrina da Fé. Tiraram-lhe o título de teólogo católico mas continuou na Universidade lecionando temas ligados à mundialização, à etica global, ao ecumenismo e ao estudo das religiões. Escreveu livros fundamentais sobre o islamismo e o judaismo. Criou um Instituto sobre Ethos Mundial, onde se fazem minuciosos estudos sobre economia, globalização, ecologia e ética Durante anos trabalhamos juntos na revista internacional Concilium da qual, por 20 anos, fui responsável por sua edição em portugues. Companheiros de destino e de tribulação, nos tornamos velhos amigos com intercâmbio frequente de correspondência. O artigo que agora publicamos dele vai na linha daqueles que eu escrevi nesse blog. Vale a pena ler esse texto, extremamente bem fundado historicamente, cheio de esperança e, ao memo tempo, com grande senso de realismo, sabendo como correm as coisas dentro da Igreja Católica. O Papa Francisco pode representar o melhor que podemos ter na Igreja, na esteira do espírito de Francisco de Assis. Não lhe é permitido fracassar. Todos devemos secundá-lo. Caso contrário a Igreja Católica corre risco de se tarnsformar numa grande seita ocidental, cada vez mais acidental. Isso não pode acontecer, pois se romperia a Tradição de Jesus e de seu sonho de uma humanidde de libertos que descobriram através da experiência do Nazareno que todos somos filhos e filhas de Deus no Filho e por issso todos irmãos e irmãs uns dos outros. LBoff
******************
¿Quién lo iba a pensar? Cuando tomé la pronta decisión de renunciar a mis cargos honoríficos en mi 85º cumpleaños, supuse que el sueño que llevaba albergando durante décadas de volver a presenciar un cambio profundo en nuestra Iglesia como con Juan XXIII nunca llegaría a cumplirse en lo que me quedaba de vida.
Y, mira por dónde, he visto cómo mi antiguo compañero teológico Joseph Ratzinger —ambos tenemos ahora 85 años— dimitía de pronto de su cargo papal, y precisamente el 19 de marzo de 2013, el día de su santo y mi cumpleaños, pasó a ocupar su puesto un nuevo Papa con el sorprendente nombre de Francisco.
¿Habrá reflexionado Jorge Mario Bergoglio acerca de por qué ningún papa se había atrevido hasta ahora a elegir el nombre de Francisco? En cualquier caso, el argentino era consciente de que con el nombre de Francisco se estaba vinculando con Francisco de Asís, el universalmente conocido disidente del siglo XIII, el otrora vivaracho y mundano vástago de un rico comerciante textil de Asís que, a la edad de 24 años, renunció a su familia, a la riqueza y a su carrera e incluso devolvió a su padre sus lujosos ropajes.
Resulta sorprendente que el papa Francisco haya optado por un nuevo estilo desde el momento en el que asumió el cargo: a diferencia de su predecesor, no quiso ni la mitra con oro y piedras preciosas, ni la muceta púrpura orlada con armiño, ni los zapatos y el sombrero rojos a medida ni el pomposo trono con la tiara. Igual de sorprendente resulta que el nuevo Papa rehúya conscientemente los gestos patéticos y la retórica pretenciosa y que hable en la lengua del pueblo, tal y como pueden practicar su profesión los predicadores laicos, prohibidos por los papas tanto por aquel entonces como actualmente. Y, por último, resulta sorprendente que el nuevo Papa haga hincapié en su humanidad: solicita el ruego del pueblo antes de que él mismo lo bendiga; paga la cuenta de su hotel como cualquier persona; confraterniza con los cardenales en el autobús, en la residencia común, en su despedida oficial; y lava los pies a jóvenes reclusos (también a mujeres, e incluso a una musulmana). Es un Papa que demuestra que, como ser humano, tiene los pies en la tierra.
El pontífice no quiso ni la mitra con oro, ni los zapatos, ni el pomposo trono con la tiara Todo eso habría alegrado a Francisco de Asís y es lo contrario de lo que representaba en su época el papa Inocencio III (1198-1216). En 1209, Francisco fue a visitar al papa a Roma junto con 11 hermanos menores (fratres minores) para presentarle sus escuetas normas compuestas únicamente de citas de la Biblia y recibir la aprobación papal de su modo de vida “de acuerdo con el sagrado Evangelio”, basado en la pobreza real y en la predicación laica.
Inocencio III, conde de Segni, nombrado papa a la edad de 37 años, era un soberano nato: teólogo educado en París, sagaz jurista, diestro orador, inteligente administrador y refinado diplomático. Nunca antes ni después tuvo un papa tanto poder como él. La revolución desde arriba (Reforma gregoriana) iniciada por Gregorio VII en el siglo XI alcanzó su objetivo con él. En lugar del título de “vicario de Pedro”, él prefería para cada obispo o sacerdote el título utilizado hasta el siglo XII de “vicario de Cristo” (Inocencio IV lo convirtió incluso en “vicario de Dios”). A diferencia del siglo I y sin lograr nunca el reconocimiento de la Iglesia apostólica oriental, el papa se comportó desde ese momento como un monarca, legislador y juez absoluto de la cristiandad… hasta ahora.
Pero el triunfal pontificado de Inocencio III no solo terminó siendo una culminación, sino también un punto de inflexión. Ya en su época se manifestaron los primeros síntomas de decadencia que, en parte, han llegado hasta nuestros días como las señas de identidad del sistema de la curia romana: el nepotismo, la avidez extrema, la corrupción y los negocios financieros dudosos. Pero ya en los años setenta y ochenta del siglo XII surgieron poderosos movimientos inconformistas de penitencia y pobreza (los cátaros o los valdenses). Pero los papas y obispos cargaron libremente contra estas amenazadoras corrientes prohibiendo la predicación laica y condenando a los “herejes” mediante la Inquisición e incluso con cruzadas contra ellos.
Pero fue precisamente Inocencio III el que, a pesar de toda su política centrada en exterminar a los obstinados “herejes” (los cátaros), trató de integrar en la Iglesia a los movimientos evangélico-apostólicos de pobreza. Incluso Inocencio era consciente de la urgente necesidad de reformar la Iglesia, para la cual terminó convocando el fastuoso IV Concilio de Letrán. De esta forma, tras muchas exhortaciones, acabó concediéndole a Francisco de Asís la autorización de realizar sermones penitenciales. Por encima del ideal de la absoluta pobreza que se solía exigir, podía por fin explorar la voluntad de Dios en la oración. A causa de una aparición en la que un religioso bajito y modesto evitaba el derrumbamiento de la Basílica Papal de San Juan de Letrán —o eso es lo que cuentan—, el Papa decidió finalmente aprobar la norma de Francisco de Asís. La promulgó ante los cardenales en el consistorio, pero no permitió que se pusiera por escrito.
Francisco de Asís representaba y representa de facto la alternativa al sistema romano. ¿Qué habría pasado si Inocencio y los suyos hubieran vuelto a ser fieles al Evangelio? Entendidas desde un punto de vista espiritual, si bien no literal, sus exigencias evangélicas implicaban e implican un cuestionamiento enorme del sistema romano, esa estructura de poder centralizada, juridificada, politizada y clericalizada que se había apoderado de Cristo en Roma desde el siglo XI.
Con Inocencio III se manifestaron los primeros síntomas de nepotismo y corrupción del Vaticano. Puede que Inocencio III haya sido el único papa que, a causa de las extraordinarias cualidades y poderes que tenía la Iglesia, podría haber determinado otro camino totalmente distinto; eso habría podido ahorrarle el cisma y el exilio al papado de los siglos XIV y XV y la Reforma protestante a la Iglesia del siglo XVI. No cabe duda de que, ya en el siglo XII, eso habría tenido como consecuencia un cambio de paradigma dentro de la Iglesia católica que no habría escindido la Iglesia, sino que más bien la habría renovado y, al mismo tiempo, habría reconciliado a las Iglesias occidental y oriental.
De esta manera, las preocupaciones centrales de Francisco de Asís, propias del cristianismo primitivo, han seguido siendo hasta hoy cuestiones planteadas a la Iglesia católica y, ahora, a un papa que, en el aspecto programático, se denomina Francisco: paupertas (pobreza),humilitas (humildad) y simplicitas (sencillez).
Puede que eso explique por qué hasta ahora ningún papa se había atrevido a adoptar el nombre de Francisco: porque las pretensiones parecen demasiado elevadas.
Pero eso nos lleva a la segunda pregunta: ¿qué significa hoy día para un papa que haya aceptado valientemente el nombre de Francisco? Es evidente que tampoco se debe idealizar la figura de Francisco de Asís, que también tenía sus prejuicios, sus exaltaciones y sus flaquezas. No es ninguna norma absoluta. Pero sus preocupaciones, propias del cristianismo primitivo, se deben tomar en serio, aunque no se puedan poner en práctica literalmente, sino que deberían ser adaptadas por el Papa y la Iglesia a la época actual.
Las enseñanzas de Francisco de Asís de altruismo y fraternidad deberían ser actualizadas:
1. ¿Paupertas, pobreza? En el espíritu de Inocencio III, la Iglesia es una Iglesia de la riqueza, del advenedizo y de la pompa, de la avidez extrema y de los escándalos financieros. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia de la política financiera transparente y de la vida sencilla, una Iglesia que se preocupa principalmente por los pobres, los débiles y los desfavorecidos, que no acumula riquezas ni capital, sino que lucha activamente contra la pobreza y ofrece condiciones laborales ejemplares para sus trabajadores.
2. ¿Humilitas, humildad? En el espíritu de Inocencio, la Iglesia es una Iglesia del dominio, de la burocracia y de la discriminación, de la represión y de la Inquisición. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia del altruismo, del diálogo, de la fraternidad, de la hospitalidad incluso para los inconformistas, del servicio nada pretencioso a los superiores y de la comunidad social solidaria que no excluye de la Iglesia nuevas fuerzas e ideas religiosas, sino que les otorga un carácter fructífero.
3. ¿Simplicitas, sencillez? En el espíritu de Inocencio, la Iglesia es una Iglesia de la inmutabilidad dogmática, de la censura moral y del régimen jurídico, una Iglesia del miedo, del derecho canónico que todo lo regula y de la escolástica que todo lo sabe. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia del mensaje alegre y del regocijo, de una teología basada en el mero Evangelio, que escucha a las personas en lugar de adoctrinarlas desde arriba, que no solo enseña, sino que también está constantemente aprendiendo.
De esta forma, se pueden formular asimismo hoy día, en vista de las preocupaciones y las apreciaciones de Francisco de Asís, las opciones generales de una Iglesia católica cuya fachada brilla a base de magnificentes manifestaciones romanas, pero cuya estructura interna en el día a día de las comunidades en muchos países se revela podrida y quebradiza, por lo que muchas personas se han despedido de ella tanto interna como externamente.
Es poco probable que los soberanos vaticanos permitan que se les quite el poder acumulado. No obstante, ningún ser racional esperará que una única persona lleve a cabo todas las reformas de la noche a la mañana. Aun así, en cinco años sería posible un cambio de paradigma: eso lo demostró en el siglo XI el papa León IX de Lorena (1049-1054), que allanó el terreno para la reforma de Gregorio VII. Y también quedó demostrado en el siglo XX por el italiano Juan XXIII (1958-1963), que convocó el Concilio Vaticano II. Hoy debería volver a estar clara la senda que se ha de tomar: no una involución restaurativa hacia épocas preconciliares como en el caso de los papas polaco y alemán, sino pasos reformistas bien pensados, planificados y correctamente transmitidos en consonancia con el Concilio Vaticano II.
Hay una tercera pregunta que se planteaba por aquel entonces al igual que ahora: ¿no se topará una reforma de la Iglesia con una resistencia considerable? No cabe duda de que, de este modo, se provocarían unas potentes fuerzas de reacción, sobre todo en la fábrica de poder de la curia romana, a las que habría que plantar cara. Es poco probable que los soberanos vaticanos permitan de buen grado que se les arrebate el poder que han ido acumulando desde la Edad Media.
El poder de la presión de la curia es algo que también tuvo que experimentar Francisco de Asís. Él, que pretendía desprenderse de todo a través de la pobreza, fue buscando cada vez más el amparo de la “santa madre Iglesia”. Él no quería vivir enfrentado a la jerarquía, sino de conformidad con Jesús obedeciendo al papa y a la curia: en pobreza real y con predicación laica. De hecho, dejó que los subieran de rango a él y a sus acólitos por medio de la tonsura dentro del estatus de los clérigos. Eso facilitaba la actividad de predicar, pero fomentaba la clericalización de la comunidad joven, que cada vez englobaba a más sacerdotes. Por eso no resulta sorprendente que la comunidad franciscana se fuera integrando cada vez más dentro del sistema romano. Los últimos años de Francisco quedaron ensombrecidos por la tensión entre el ideal original de imitar a Jesucristo y la acomodación de su comunidad al tipo de vida monacal seguido hasta la fecha.
En honor a Francisco, cabe mencionar que falleció el 3 de octubre de 1226 tan pobre como vivió, con tan solo 44 años. Diez años antes, un año después del IV Concilio de Letrán, había fallecido de forma totalmente inesperada el papa Inocencio III a la edad de 56 años. El 16 de junio de 1216 se encontraron en la catedral de Perugia el cadáver de la persona cuyo poder, patrimonio y riqueza en el trono sagrado nadie había sabido incrementar como él, abandonado por todo el mundo y totalmente desnudo, saqueado por sus propios criados. Un fanal para la transformación del dominio en desfallecimiento papal: al principio del siglo XIII, el glorioso mandatario Inocencio III; a finales de siglo, el megalómano Bonifacio VIII (1294-1303), que fue apresado de forma deplorable; seguido de los cerca de 70 años que duró el exilio de Aviñón y el cisma de Occidente con dos y, finalmente, tres papas.
Menos de dos décadas después de la muerte de Francisco, el movimiento franciscano que tan rápidamente se había extendido pareció quedar prácticamente domesticado por la Iglesia católica, de forma que empezó a servir a la política papal como una orden más e incluso se dejó involucrar en la Inquisición.
Al igual que fue posible domesticar finalmente a Francisco de Asís y a sus acólitos dentro del sistema romano, está claro que no se puede excluir que el papa Francisco termine quedando atrapado en el sistema romano que debería reformar. ¿Es el papa Francisco una paradoja? ¿Se podrán reconciliar alguna vez la figura del papa y Francisco, que son claros antónimos? Solo será posible con un papa que apueste por las reformas en el sentido evangélico. No deberíamos renunciar demasiado pronto a nuestra esperanza en un pastor angelicus como él.
Por último, una cuarta pregunta: ¿qué se puede hacer si nos arrebatan desde arriba la esperanza en la reforma? Sea como sea, ya se ha acabado la época en la que el papa y los obispos podían contar con la obediencia incondicional de los fieles. Así, a través de la Reforma gregoriana del siglo XI se introdujo una determinada mística de la obediencia en la Iglesia católica: obedecer a Dios implica obedecer a la Iglesia y eso, a su vez, implica obedecer al papa, y viceversa. Desde esa época, la obediencia de todos los cristianos al papa se impuso como una virtud clave; obligar a seguir órdenes y a obedecer (con los métodos que fueran necesarios) era el estilo romano. Pero la ecuación medieval de “obediencia a Dios = obediencia a la Iglesia = obediencia al papa” encierra ya en sí misma una contradicción con las palabras de los apóstoles ante el Gran Sanedrín de Jerusalén: “Hay que obedecer a Dios más que a las personas”.
Por tanto, no hay que caer en la resignación, sino que, a falta de impulsos reformistas “desde arriba”, desde la jerarquía, se han de acometer con decisión reformas “desde abajo”, desde el pueblo. Si el papa Francisco adopta el enfoque de las reformas, contará con el amplio apoyo del pueblo más allá de la Iglesia católica. Pero si al final optase por continuar como hasta ahora y no solucionar la necesidad de reformas, el grito de “¡indignaos! indignez-vous!” resonará cada vez más incluso dentro de la Iglesia católica y provocará reformas desde abajo que se materializarán incluso sin la aprobación de la jerarquía y, en muchas ocasiones, a pesar de sus intentos de dar al traste con ellas. En el peor de los casos —y esto es algo que escribí antes de que saliera elegido el actual Papa—, la Iglesia católica vivirá una nueva era glacial en lugar de una primavera y correrá el riesgo de quedarse reducida a una secta grande de poca monta.
Publicado no El Pais de 10/05/2013
Caro Leonardo, não terá chegado o tempo de um novo Catarismo?? uma reforma não dentro da igreja, mas fora dela que permita a construção de uma nova religiosidade? uma religiosidade mais em conformidade com os ensinamentos de Jesus? que possa ser o pilar de uma nova humanidade?
Continuo torcendo para que o otimismo dos senhores esteja correto, entretanto continuo cético em relação às ações. A declaração do Papa Francisco de que todas as ideologias devem passar ao largo da Igreja católica me deixou bastante preocupado, sendo inclusive “muito duro” em relação à Teologia da Libertação”. Breve veremos se realmente algo mudou ou se apenas as aparências.
Que todas as ideologias continuem passando ao largo. Espero que para sempre.
Brillante sobre todo el ultimo parrafo!!!!
Brillante todo!!! Ultimo parrafo superior!!!!!
acredito no nosso papa de todos
Is it possible to receive these emails in English translation?
________________________________
La perfecta lucidez de los años de experiencia y la búsqueda a amor por la verdad. Gracias por compartir esto. Saludos desde Stgo. de Chile.
Luz Cecilia
Caro Professor Leonardo,
Li atentamente o artigo do teólogo Hans Küng e, para minha surpresa, fiquei com a impressão de já ter lido praticamente tudo em artigos que o senhor publicou logo após o Papa Francisco ter anunciado sua escolha por este tão significativo nome. Em todo caso, é sempre bom que muitas vozes importantes tragam à tona questões que nos parecem vitais para o resgate do Espírito Crístico ao catolicismo. Abraços.
Não sei espanhol, adoraria conhecer o pensamento do grande teólogo.Isabel
Texto histórico de filosofia da religião moderna! Excelente! Obrigada
prof. Boff, o senhor me concede a honra de visitar o blog que acabo de criar? Chama-se Teologia da educação. Nele pretendo enfocar a educação publica brasileira sobre a perspectiva teológica. Gostaria imensamente de saber sua opinião a respeito do que escrevi, pois estou começando na teologia. Faço o primeiro período no Instituto de teologia pastoral de Natal – ITEPAN.
forte abraço
http://teologiadaeducacao.wordpress.com
Att. Moisés Santos
Es sorprendente como muchos cristianos desconocen de Historia del cristianismo,valga la redundancia.La iglesia católica romana,es una iglesia fundada en medio de la soberbia,ansias de poder,alejada de la ortodoxia a la que pertenecía desde 1054, decidió emprender un camino en medio de la soledad y la herejía,apostato de todos los principios de la iglesia primitiva,se entrego en brazos de satanás,al convertirse en asesinos de hombres a fin de preservar su monopolio religioso,esa es su historia hasta la actualidad,en una iglesia como esta la gracia de Dios dejo de actuar plenamente y dejo en manos de los orientales la única esperanza para el cristianismo.-los ortodoxos sumergidos en el filletismo o nacionalismo étnico abandonaron la máxima petición de JESÚS “PREDICAR EL EVANGELIO A TODAS LAS NACIONES DE LA TIERRA”viven en marasmo espiritual-un problema aparte que discutir-
El movimiento protestante otra deformación de la herejía original,no es sino el efecto de una acción apostata,es muchas veces el medicamento es peor que la enfermedad,cualquier cambio en la iglesia romana para bien es solo una apariencia,un retoque retorico de un fracaso existencial,cuando el tema de fondo sigue siendo doctrinal
Retornemos a la recta doctrina y construyamos una teología con la enseñanza del evangelio y los escritos de los padres apostólicos de los siglos primeros, alejándonos del planteamiento metafísico occidental,para orientar a la teología como una ciencia del corazón.La acción de este papa o la de otros papas solo es un retoque pintoresco a una deformación espiritual.
Venho de uma família extremamente católica, mas na verdade não dou nenhuma importância a nenhuma religião. Se dependesse de mim todas as igrejas seriam transformadas em abrigos e escolas, e quem quizesse rezar que fizesse o seu altar na sua própria casa. A hipocresia das religiões me deixou sem religião. Quando o atual papa escolheu o nome Francisco, santo conhecido pela sua dedicação aos pobres e aos animais, fiquei feliz achando que ele seria uma grande esperança, um defensor das criaturas mais inocentes deste planeta, os animais. A igreja católica é a maior patrocinadora das touradas, verdadeiras torturas feitas contra os animais. Há anos atrás, na Espanha, um touro foi chamado de touro voador. O animal estava sendo tão torturado que voou em direção as pessoas que estavam assistindo a tortura, e estavam sentados entre muitos, aplaudindo e gritando olê, olê, bispos da igreja católica. Na Europa a igreja católica patrocina as touradas e é dona das praças de touro, e ainda tem o cinismo de ter capelas dentro delas. Em toda a história da igreja, só existiu um papa que condenou as touradas. Muita gente não sabe porque um terço da população da Europa morreu vítima da peste negra. Na inquisição uma das ordens da igreja era matar todos os gatos e pessoas que tivessem gatos, consideradas bruxas, milhares de gatos foram mortos, existia a festa de São Victor na França onde gatos eram queimados vivos. Um grande desbalance ocorreu pela falta de gatos e os ratos proliferaram exageradamente invadindo o continente europeu e espalhando a bactéria que causou a morte de tanta gente. Mas podem me dizer que isto foi na idade média e que a igreja católica agora pensa diferente, que tem respeito aos animais. Respeito??? E as touradas??? Como um religioso pode se divertir com o sofrimento dos animais??? Sei que não posso ser tão dura com o atual papa, ele apenas está começando, tenho que manter a esperança de que ele irá se levantar contra as touradas e contra a qualquer tipo de tortura. Aos padres que fazem seus sermões nas missas, ao invés de estarem contando a história de Maria e José, uma história que é contada há mais de dois mil anos e que todos os católicos já sabem, deveriam começar a educar as crianças e os adultos a respeitarem os animais. Tenho tanto respeito pelos animais que não tenho bife na minha mesa, e é realmente revoltante ver o que estas criaturas passam na mão de pessoas tão cruéis. Vamos ver se o nosso papa irá se levantar contra o olê! olê!!
O católico nunca foi tão aviltado por tanto sincretismo, por tanta falta de fé na eucaristia, base de nossa fé, por tanto desconhecimento catequético, por tanto desrespeito ao sagrado cultuado pela Igreja até hoje. … Penso que nossa religião incentiva a abertura da porta da fé aos seus integrantes, de um modo que não atinge a muitos,a ponto de fazer que estes busquem outras soluções religiosas para chegarem a Deus. Mudar a religião sem mudar os inconscientes dos católicos deve ser uma revolução tremenda, que beira à sua impossibilidade, a médio prazo. Enquanto isso não acontecer como ficará o hoje Bom Católico? Para quem não está “nem aí” pela religião o Papa Francisco é somente mais um ocupante da Cadeira Pétrica, mas, quem leva a nossa religião a sério, só pode orar para que o Papa não erre o alvo. Como comporemos mudanças em nosso inconsciente religioso? “Quo vadis?” Entristeço-me em ver tantas pedras no caminho do Santo Padre, receio que algumas delas podem machucá-lo…e por conseguinte,
a nós também.
Lana, concordo plenamente com voce,sobre as touradas,acho isso um absurdo o que fazem com estes pobres animais…
Está mais do que na hora dessa instituição caquética acabar-se. Tudo tem seu tempo e chegou a hora da famigerada Igreja Católica. Há horas “os sinais” apontam para a derrocada dessa cultura que já começou e permaneceu sempre contraditória, pois ao mesmo tempo que falava em em amor, paz, soliedariedade, perdão, sempre foi misógina, preconceituosa, permissiva, intolerante contra minorias sexuais (e inclusive canhotos), chacinadora de culturas, ignorante, conservadora e irresponsável com as pessoas e a questão ambiental quando hoje é contra o planejamento familiar e o uso da camisinha. A Igreja Católica é um “acidente da natureza” causado por homens imperfeitos e vorazes por poder. Que o fim esteja próximo, com a ajuda de Francisco ou sem a ajuda dele. Sinto dizer, seu Boff, mas a Igreja Católica é um pau que nasceu bem torto e não tem “salvação”. Amém.
A meu ver o ultramodernismo deve ser aquela corrente que vai ate as tradições e as integra no presente para dar ao futuro uma esperança. penso também e concordo plenamente com os que dizem que seja preciso salvar primeiro as palavras e depois as pessoas para que estas façam o que dizem… Desculpem pelo conflito pessoal mas eu teria enveredado pelo sacerdócio. Contudo o que me fez desistir foram as circunstâncias. Não foram pessoas. Eu não tenho a concepção despótica a que me conduziam os religiosos da época em que o meu Pais precisava mais de executivos, fazedores exemplares que conduzissem ao povo a uma ética nacional que tinha sido destruída pelas guerras e lutas pelo poder. Eu não sei porque um padre não pode transportar caixas ou não poder pegar na enxada e capinar ao lado dos pobres de quem espera o fruto do seu trabalho?!!!!