Nuestra historia nacional ha estado marcada por un legado de exclusión que estructuró nuestras matrices sociales. Aquí se creó un software social caracterizado por el más reciente analista de nuestra formación histórica, Luiz Gonzaga de Souza Lima, como un Estado Económico internacionalizado, en una palabra, la Gran Empresa Brasil, productora de bienes para las principales potencias coloniales y mundiales (Refundación de Brasil, 2011). Esto ha influido fuertemente en la invención de una nación soberana. Mirándolo bien, fuimos víctimas de cuatro invasiones sucesivas que hicieron imposible, hasta hace poco, un proyecto nacional autónomo, abierto a las dimensiones del mundo.
La primera invasión, fundacional, se produjo en el siglo XVI con la colonización portuguesa. Los indios fueron sometidos o eliminados y millones de esclavos fueron traídos de África como carbón para la máquina productiva.
La segunda invasión ocurrió en el siglo XIX. Miles de emigrantes europeos vinieron aquí, aliviando la presión que pesaba sobre las clases industriales. Fueron vistos por aquellos que ya estaban aquí como los nuevos invasores. Sus descendientes, pronto incorporados al proyecto de las clases señoriales, crearon zonas prósperas, especialmente en el Sur.
La tercera invasión ocurrió en los años treinta del siglo pasado y se consolidó en los años sesenta con la dictadura militar. Se introdujo una modernización conservadora a través de la industrialización de sustitución. Se dio en estrecha relación con el capital transnacional y las tecnologías importadas. Por ella se afirmó la lógica de nuestro desarrollo dependiente, enfocado hacia fuera, produciendo lo que otros querían y no lo que el pueblo necesitaba. Pero se creó un Estado nacional fuerte que hegemonizó este proceso.
En tensión dialéctica con este esfuerzo, se elaboró también otro proyecto, representado por las masas emergentes de la ciudad y del campo. Buscaban otro tipo de democracia que debería hacer posible el desarrollo con inclusión y justicia social. Para derrotar esta propuesta, las clases propietarias dieron en 1964 un golpe de clase, utilizando el brazo militar. Como resultado de ello, Brasil se sumergió decisivamente en la lógica excluyente del capitalismo transnacionalizado.
La cuarta invasión se dio con la globalización económica y el neoliberalismo político a partir de la innovación tecnológica de los años 70 del siglo XX y de la implosión del socialismo, con la consecuente homogeneización del espacio político-económico ocupado por el neoliberalismo. Fuimos invadidos por la racionalidad de la globalización económica y por la política neoliberal del Estado mínimo y de las privatizaciones.
Las tesis neoliberales, sin embargo, han sido refutadas por la devastadora crisis económico-financiera de 2008, alcanzando el corazón del sistema mundial y poniendo las economías nacionales en grandes dificultades. Nosotros, gracias a las reformas, algunas de antes pero consolidadas por el Gobierno Lula / Dilma Rousseff, hemos sido capaces de resistir. Estamos consiguiendo un hecho sin precedentes: mantener el nivel de empleo y garantizar un crecimiento sostenible, aunque pequeño.
Sin embargo, en la nueva distribución internacional de poder, Brasil y el resto de América Latina están siendo neocolonizados. Reservan para nosotros un lugar de exportadores de materias primas y productos básicos en el mercado mundial, creando obstáculos a la innovación tecnológica que aporta un valor añadido a nuestros productos. Nos obligan a ser la mesa puesta para la hambrunas del mundo entero y a permanecer “eternamente recostado en espléndida cuna”.
La nueva conciencia social, sin embargo, desde mediados del siglo pasado, logró crear una vasta red de movimientos sociales. Se canalizó en una fuerza política con la creación del PT y otros partidos con raíces populares. Con la victoria de Lula y después de Dilma Rousseff se instauró como sujeto de poder y se propició el mayor evento de inclusión social de los destituidos de nuestra historia.
Este hecho crea los cimientos para reactivar la idea de una reinvención de Brasil sobre otras bases que no sean las de las élites propietarias. En el centro está el pueblo.
A pesar de haber sido considerado, muchas veces, bueno para nada, carbón de nuestro proceso de producción, un don nadie, el pueblo brasileño nunca perdió su auto-estima ni su visión encantada del mundo. Tal vez sea ésta una de las mayores contribuciones que los brasileños podemos dar a la cultura mundial emergente, tan poco mágica y tan poco sensible al juego, al humor y a la coexistencia de los contrarios.
El antropólogo Roberto da Matta resalta el hecho de que el pueblo brasileño ha creado un patrimonio realmente envidiable: «toda nuestra capacidad de sintetizar, relacionar, conciliar, creando con eso zonas y valores asociados a la alegría, al futuro y a la esperanza». (Por qué Brasil es Brasil, 1986,121).
Alimentamos siempre un horizonte utópico prometedor: vivir en este mundo no significa ser prisioneros de las necesidades, sino hijos e hijas de la alegría.
Leonardo Boff escribió: Después de 500 años, ¿qué Brasil queremos?, Sal Terrae 2000.
Traducción de María José Gavito Milano
Indiscutivel é o avanço que o Brasil tem dado rumo sua emancipação como nação. Mas, ainda não o fêz e, paira uma séria dúvida sobre a capacidade dos lideres atuais de o fazê-lo. Pois, se avança é sempre a revelia dessa classe dominante de matriz branca e européia, Mesmo os brancos ditos socialistas ou trabalhistas e que estão no poder, não aceitam a a possibilidade de uma brasilidade cuja nação tenh uma matriz dominante de têz cabocla ou morena. Nisso o Brasil é pior que os demais irmãos latinos. Haja vista a dificuldade desses governos ditos progressistas e que vem se revezando no poder em introduzir nos bancos escolares uma pedagogia verdadeiramente libertadora. Porque? Porque somos (o governo) brancos, se não todos na cor, almenos nos gostos pelo assistêncialismo vindos de fora. E quando não brancos, somos educados sob a égide desse mesmo assistencialismo internacional,
Ao primeiro alarde de uma possível nacionalização de nossas riquezas, Essas elites brancas voltam-se aos verbetes separatistas muito comuns no centro sul do país.
Na verdade essas elites não tem pátria, a não ser o capital internacional.
Os movimentos sociais, na sua grande maioria são constituidos de negros, mulatos mestiços e indios, já suas “lideranças”nem sempre. Não devemos ignorar esses avanços e reconhecer o mérito destes governos. Mas é sempre a duras penas: a justiça vive a fustigar os movimentos sociais, o governo está sempre atrazado na gestão das demandas sociais. Uma porque tabem é uma justiça branca quando muito às vezes pintadade de ébano pelo sacrifício de uma mãe lavadeira. O outro, porque se aparenta por fora uma têz mais escurinha , é só por fora, os tenocratas dos gabinetes dos ministérios, aqueles que de fato decidem, ainda são sempre os importados do sul branco e europeizado.
Se o Brasil vem avançando rumo a uma sociedade mais justa, e vem, é sempre a custa do sangue desses caboclos. Isso já não podemos negar, assim como não podemos mais admitir. È preciso radicalizar na opção por uma sociedade não racista porém conciente de sua cor majoritária. Porque essa matriz cultural , cuja da cor da pele esta em todos os povos e aqui não seria diferente, é o que de mais relevante existe.mais que a lingua, na caracterização de uma nação. O que fazemos aqui, é tentar esconder a relidade sob o tom de nosso melhor índice de felicidade, não devido a uma sociedade pacífica, mas ssim a caratéres hereditários, e tambem sob a égide de um cristianismo (pagão) e pacífico. Mas isso não quer dizer que não sejamos uma sociedade pacífica e não racista. Isso torna-se eviddente quando adentramos de fato nas redes sociais, cujo teor racista nao tem como esconder mais. Nas midias sociais visiveis como as TVs e seus programas e as novelas como as redes sociais, são sempre branquinhas e não goswtam de se misturar. Clareia-se até as fotos dos perfis de usuários. Essa é a realidade racial brasileira. Ou tomamos consciência agora para salvaguardar a unidade e grandeza da nação ou nos arrependermos depois. Pois os novos metodos de dominação, inseridos nessas novas tecnologias, principalmente as midiáticas minam qualquer possibilidade de reação, ainda sob o conceito assistencialista de levar pão e circo ao povo, agora sob a égide da Internet controlada.
Excelente.- En México necesitamos elevar la autoestima del pueblo haymucho trabajo por llevar a cabo.